sábado, 22 de enero de 2011

Diario de una monja zen_3

Templo Luz Serena en invierno





Difícil es encontrar el Darma del Buda
Incomparable, profundo, infinito y sutil
Ni siquiera en un millón de años.
Ahora que lo estamos recibiendo y practicando,
Actualicemos todos juntos la mente del Tatagata.




Esto se cantó antes de que el Maestro Dokushô comenzara con el seminario de Busshô que impartió en el dojo de Zaragoza. Ese día me había levantado muy emocionada pues tendría la dicha de escuchar una valiosa enseñanza. Justo después de entonar la primera línea de la estrofa sentí un nudo que se atoraba en mi garganta y que me impedía seguir cantando, solo escuchaba el coro de los demás resonando en mi interior ¨ Difícil es encontrar el Darma del Buda…. Ni siquiera en un millón de años ¨. Empecé a llorar, en ese momento sentí mucha gratitud a la vida, al cosmos, por permitirme nacer como un ser humano y estar justo allí y no en otro lugar.

La enseñanza comenzó y poco a poco fui sintiendo las palabras de el maestro como un latigazo en mi interior, cada vez más fuertes. Sentía que me desquebrajaba, solo me repetía ¿que condición más estoy esperando que se de en mi vida para dedicarme a encontrar mi naturaleza de Buda?

Nos dieron un descanso de 30 minutos, recuerdo haberme levantado rápidamente, me puse los zapatos y me crucé al parque de enfrente. Caminaba de prisa entre los pinos, llorando,  desconsoladamente me repetía: ¿Qué condición más estoy esperando?. De repente inhalé una bocanada muy grande de aire y al expulsarlo dije: ¨Te suelto esposo, te suelto mama linda, suelto el negocio, suelto todo…¨

Aún recuerdo ese dolor tan grande, pero tan inmenso que sentí. Todo mi cuerpo se estremecía, me sentía frágil,  vulnerable, con miedo, con un vacío tan grande, una gran tristeza, pero con determinación. Fue una sensación que no creo olvidar en lo que me resta de vida.

Entre lágrimas,  logré divisar una silueta conocida, era mi maestro. Corrí hacia el y le llamé. Se giró y lo que vió fue a una niña corriendo asustada y temblando que solo le balbuceaba: ¨lo he soltado todo¨  como duele, me siento vacía, me siento…. Y  con una mirada de compasión y sus labios dibujando una leve sonrisa, me contestó: "arrasada por un Tsunami, un torbellino…" , yo solo le respondí ¨sí¨. Exactamente esas palabras expresaban justamente como me sentía en ese momento y los siguientes días.

Esa tarde , me encontraba en el limbo, entre sollozos , estaba  asustada,  toda mi vida me  había pasado tejiendo una red muy fuerte, con muchos hilos de todo tipo de colores y texturas, a esa red me aferraba pues creía que era lo que me sostenía y de repente  viene una ráfaga de viento y se lleva la red y  ya no quedé atada a nada. Sin embargo sabía muy bién que  había hecho lo correcto.

Un día antes de mi regreso tuve mi último dokusan y le dije:
¨Maestro,  vengo casada, con una vida hecha y  planificada y me regreso sin saber nada…¨
El sonrió, y me aconsejó que no pensara en nada más, que si era mi karma todo se daría.
Me regaló un libro y en la dedicatoria escribió:

“Como un mendigo,
que buscando un mendrujo de pan en la basura,
encuentra una perla preciosa,
Así a surgido en mi,
No se cómo,
esta aspiración al Despertar
Para el bién de todos los seres”
 Shantideva


Tomé el avión de regreso a mi país, ingenua de mí, no imaginé el rumbo que tomaron las cosas al llegar.

Continuará.

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