La primera vez que vine al templo fue por 15 días, aunque me terminé quedando cinco semanas. En ese tiempo le pedí al maestro que me aceptara como su discípula y que me comprometía a venir tres veces al año.
En un dokusan le manifesté que siempre me había sentido motivada a ser misionera. Desde hacía un año quería llevar una vida similar al de una monja aunque fuera laica. Al estar en el templo y escuchar sus enseñanzas se había despertado en mí algo muy fuerte. Otro día, con todo mi asombro le dije: Siento el llamado, el me respondió ¨sientes el llamado¨ y le respondí llorando: ¨sí¨ . Desde ese momento empieza una verdadera revolución dentro de mí, además, mi esposo me había acompañado en ese viaje.
En un dokusan le manifesté que siempre me había sentido motivada a ser misionera. Desde hacía un año quería llevar una vida similar al de una monja aunque fuera laica. Al estar en el templo y escuchar sus enseñanzas se había despertado en mí algo muy fuerte. Otro día, con todo mi asombro le dije: Siento el llamado, el me respondió ¨sientes el llamado¨ y le respondí llorando: ¨sí¨ . Desde ese momento empieza una verdadera revolución dentro de mí, además, mi esposo me había acompañado en ese viaje.
Recuerdo que desde que ví al maestro se dio una conexión muy fuerte con el, y al escucharlo hablar del Genzo-e (seminarios de el Shobogenzo) en Luz Serena se despertaron las ganas de quedarme más tiempo y de acompañarle a otras conferencias del Genzo-e en Galicia y Zaragoza. Cada vez que le escuchaba hablar de Dogen me sentía más llena, mas en paz, mas segura de saber que estaba en lo mío, y saber a cabalidad que Dokushô Villalba Roshi era mi maestro.
En la última semana de ese viaje , tanto mi esposo como yo nos fuimos con el maestro al Genzo-e que impartió en Zaragoza : Busshô, la naturaleza de Buda. Quien iva a decir lo que ahí sucedió…
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